domingo, 2 de noviembre de 2014

¿Qué son las cookies? ¿Y por qué no dejan de salirme avisos?




¿Quién no ha visto alguno de estos avisos? ¿O ha hecho clic temeroso aceptando su uso? 

Las cookies son pequeños archivos de texto (códigos) que se instalan en el terminal del ordenador (o de otros dispositivos, como teléfonos móviles, tablets…) a través de los sitios web que se visitan, con la finalidad de almacenar, recuperar y/o actualizar datos. 

Algunos de los ejemplos más visuales del uso de cookies lo encontramos en las compras a través de Internet o en las mismas redes sociales. ¿Cómo podemos seguir viendo productos una vez seleccionado el elegido sin perder la información? ¿Cómo me conecto automáticamente al Facebook una vez cerrada la página web sin volver a escribir la contraseña? La respuesta a ambas preguntas es cookies.

Parece útil, ¿no?

El problema se presenta cuando la información almacenada se destina a mostrarnos publicidad de acuerdo a nuestros intereses, lo cual puede no parecernos tan bien, sino más bien una forma de intromisión. 

Y ¿desde cuándo aparecen estos avisos? ¿Siempre han estado ahí?

Si bien puede no haberse percatado, lo cierto es que la mayor parte de las páginas web incluyen estos avisos de uso de cookies (aunque desde un tiempo relativamente reciente). Así lo exige la normativa vigente, en concreto el art. 22.2 de Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y Comercio Electrónico, modificado por el Real Decreto-Ley 13/2012, con el que España transponía a su legislación la Directiva Europea 2009/136/CE.

Según dicho precepto, las páginas que utilicen determinados tipos de cookies deberán informar al usuario de su uso de una forma clara y visible, así como de los fines del tratamiento de los datos que almacenen. Con esta información, el usuario decide si da o no su consentimiento. 

El uso de algunos tipos de cookies no exige informar ni obtener el consentimiento; éste es el caso de cookies estrictamente necesarias para prestar un servicio expresamente solicitado por el usuario (como en el caso de las redes sociales en las que el usuario solicita que se recuerde su contraseña) y de cookies necesarias únicamente para permitir la comunicación entre el equipo del usuario y la red. 

Entonces, ¿acepto o no?

Aceptar implica ceder parte de nuestra información de navegación (hábitos, búsquedas), si bien con esta Ley se nos proporciona la posibilidad de saber para quién y para qué.

Pero también proporciona importantes mejoras en la navegación (¿a quién le gusta poner las tropecientas veces que se conecta al Facebook su contraseña?). En cualquier caso, para los más celosos con su privacidad, siempre se pueden bloquear.

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